sábado, 16 de enero de 2010

Excursión sonora por Hildegard Westerkamp

Una excursión sonora (soundwalk) es cualquier salida cuyo propósito principal sea escuchar el entorno. Es exponer nuestros oídos a cada sonido que nos rodea, sin importar dónde nos encontremos. Podríamos estar en casa, o caminando tal vez por una calle del centro de la ciudad, por un parque, por la playa; podríamos estar sentados en la sala de espera del doctor, en el recibidor de un hotel, en un banco; podríamos estar comprando en un supermercado, una tienda departamental, una tienda de legumbres china; podríamos estar esperando en el aeropuerto, en la estación del tren, en una parada de camión. Donde quiera que sea, demos prioridad a nuestros oídos. Los hemos descuidado mucho tiempo y, como resultado, hemos hecho poco por desarrollar un entorno acústico de buena calidad. Escuchar de esa manera puede ser una experiencia dolorosa, agotadora, porque nuestros oídos están expuestos de manera continua a demasiados sonidos demasiado fuertes o demasiado carentes de sentido. Tratar de ignorarlos, no obstante, tiene aún menos sentido. Como no podemos cerrar nuestros oídos, no podemos evitar escuchar todos los sonidos. No importa cuán fuerte intentemos no hacerle caso, la información entra al cerebro y busca ser procesada. Física y psíquicamente, tenemos que dar cuenta de todos los sonidos, aunque nuestros oídos los perciban inconscientemente. Además —y es lo más importante—, desensibilizamos nuestras facultades auditivas al dejar fuera los sonidos, e impedimos así que nuestros oídos ejerzan su función natural.
A menos que podamos escuchar con atención, hay peligro de que algunos de los sonidos más quedos y delicados pasen inadvertidos por nuestros oídos anestesiados y se pierdan entre las muchas voces mecanizadas de los paisajes sonoros modernos, hasta desaparecer por completo. Por lo tanto, nuestra primera excursión sonora busca exponer a los escuchas al contenido total de su composición ambiental, de modo que es muy analítica. Pretende ser una introducción intensa a la experiencia de escuchar sin compromisos. Una excursión sonora se puede diseñar de muy diferentes maneras. Puede realizarse solo o con un acompañante (en este caso, la experiencia auditiva es más intensa y puede ser muy divertida, como cuando una persona es vendada y guiada por la otra). Puede hacerse también en grupos pequeños. Siendo así, es siempre interesante explorar la interacción entre la escucha individual y grupal, alternando entre caminar a cierta distancia o justo en medio del grupo. Además, la excursión sonora puede cubrir un área amplia o centrarse en un solo punto. No importa la forma que tome la excursión sonora, su cometido es redescubrir y reactivar nuestro sentido de la escucha. La primera excursión sonora puede hacerse donde sea, en cualquier momento y tan seguido como se desee. Para lograr mayor intensidad, tal vez sea prudente limitar la caminata inicialmente a un área pequeña o incluso a un punto en particular. Diferentes personas soportan caminatas de distinta duración. En cada caso, la duración dependerá del tiempo que tome quitar las barreras auditivas iniciales, de la profundidad del involucramiento y de la fascinación que pueda encontrarse en dicha exploración.
Inicia escuchando los sonidos de tu cuerpo mientras se mueve. Son los más cercanos a ti y establecen el primer diálogo con el entorno. Si puedes escuchar hasta el más quedo de los sonidos, estás en un entorno de proporciones humanas. En otras palabras, con tu voz o tus pasos, estás hablando con el entorno, que responde dándole a tus sonidos una calidad acústica específica.
Trata de moverte sin hacer ningún sonido.
¿Es posible?
¿Cuál es el sonido más quedo de tu cuerpo?
(Si no puedes oír los sonidos que tú mismo produces, entonces el paisaje sonoro está fuera de balance. Las proporciones humanas no tienen sentido aquí. No sólo son inaudibles tu voz y tus pasos, sino que tu oído está recibiendo una sobrecarga de sonidos).
Aleja tus oídos de tus propios sonidos y escucha los sonidos más cercanos.
¿Qué escuchas? (haz una lista)
¿Qué más escuchas?
Otra gente
Sonidos de la naturaleza
Sonidos mecánicos
Cuántos sonidos continuos
¿Puedes detectar ritmos interesantes, pulsos regulares, los tonos más altos y los más bajos?
¿Puedes escuchar algunos sonidos intermitentes o discretos crujidos estallidos agitaciones opacidadades?
¿De dónde vienen los diferentes sonidos?
¿Qué más escuchas?
Aleja tus oídos de estos sonidos y escucha más allá – - – - a la distancia.
¿Cuál es el sonido más quedo?
¿Qué más escuchas?
¿Qué más?
¿Qué más?
¿Qué más?
¿Qué más?
Hasta ahora, en tu escucha has aislado algunos sonidos de otros y los has conocido como entidades individuales, pero cada uno de ellos es parte de una composición ambiental más grande. Así que vuelve a juntarlos y escúchalos como si se tratara de una pieza musical tocada por muchos instrumentos distintos. ¿Te gusta lo que escuchas? Escoge los sonidos que más te gusten y crea el paisaje sonoro ideal en el contexto de tu entorno actual. ¿Cuáles serían sus principales características? ¿Este paisaje es sólo un sueño idealista o podría hacerse realidad?
Sospecho que la idea de salir a caminar no existe en las tribus nómadas o en las sociedades rurales. La gente se encuentra en contacto activo con la naturaleza de manera cotidiana y sus costumbres están profundamente integradas con su ambiente natural. En la vida urbana, sin embargo, los contactos cercanos con la naturaleza tienden a ser mínimos. La naturaleza deja de ser una compañera con la que uno vive y lucha día tras día para convertirse, en cambio, en un amigo distante a quien nos gusta visitar de vez en cuando. Salir a caminar es una manera en que los urbanitas intentan reconquistar su contacto con la naturaleza. Cuando salir a caminar es remplazado por la salida en automóvil —lo cual es mucho más frecuente de lo que podemos pensar—, nuestro contacto con la naturaleza deviene puramente visual. En el parabrisas, el paisaje aparece bidimensional: vemos una película acerca del paisaje, con la banda sonora de un motor en marcha o de música y voces de la radio o un casete o cd; nuestra experiencia visual es mediada por lo que escuchamos y nuestra experiencia aural no tiene relación con lo que vemos. El contacto entre el medio ambiente y los sentidos humanos es definido por la “piel” o burbuja del vehículo en el que vamos sentados. Salgamos ahora de nuestras burbujas, emerjamos de atrás de nuestras pantallas, paredes, bocinas y audífonos. Abramos nuestros oídos directamente al entorno. Emprendamos otra excursión sonora.

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